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Contenido: Apetito sexual. ¿Necesito mucho? ¿Cómo se mide?
El deseo o apetito sexual es ese estado donde se junta el deseo y la excitación, que unidos a la relación sexual, finalizan en el orgasmo.
Este se puede presentar de forma normal, en exceso o hacer falta. Si es normal y las ganas no te faltan, pues ¡a disfrutarlo! Cuando pasa a ser en exceso o casi nulo, ahí es cuando tenemos problemas. Si es en exceso, podemos estar teniendo un trastorno obsesivo-compulsivo y debería ser tratado por un especialista. De igual forma, cuando es casi nulo.
Y no es decir que necesitamos mucho. En este caso, basta con que no nos falte.
Hay que tener en cuenta que este deseo no llega igual en hombres y mujeres. Es más, las mujeres tienen momentos en sus ciclos donde esos deseos aumentan (tomen nota, chicos). Cuando hablamos de relaciones de pareja lo importante es lograr ese deseo juntos, tratar de mantenerlo y buscar maneras de no perderlo.
El juego previo, conocer el cuerpo y los puntos de excitación de tu pareja son cosas importantes al momento de la relación para mantener y aumentar las ganas y el deseo.
Busquemos siempre alternativas para que la rutina, las cosas de casa y el trabajo no acaben con esa pasión que los unió tantas veces.
Los juegos de roles, juguetes y lencería pueden ayudar mucho a vivir momentos diferentes y no perder ese deseo por tu pareja.
Cuando haga falta, y si sientes que ya eso puede ser un problema para ti y tu relación, consulta en http://bostonmedical.com.co/
Contenidos: LE PASO A UN AMIGO
Hay momentos en la vida en los que optas por buscar una salida rápida a ciertas situaciones como por ejemplo el amor.
No existe una forma práctica para enfrentar al amor ni un manual para ello, pero puede ser que te encuentres profundamente enamorado antes de que, tan siquiera lo consideres así.
Eso sí, que no te vaya a pasar la de este amigo mío que, pensado en el amor omitió un detalle: se perdió en el sexo, en el sexo con ella.
Se conocieron por casualidad, como una canción, no tenían por qué hacerlo, son de mundos muy diferentes y, sin embargo, coincidieron en ese vagón del metro.
Un par de miradas, el recorrido de pies a cabeza. Él mirándole las… la sonrisa, y ella con la mirada fija en su… barbilla.
La atracción es simple, se gustaron y ya. Sin necesidad de hacerlo, mi amigo bajó en la estación de ella, la siguió y ella lo sintió, por eso se detuvo.
La hizo la pregunta más estúpida que pudo acerca de una dirección. Ella le contestó. Hablaron un par de horas en un café cercano; la acompañó a casa, la besó, bueno, ella lo besó a él, eso dijo, no le creí.
En el beso sintió que su mundo empezaba. Fue eléctrico, dijo, como si me llegara la vida. Ella sintió su “vitalidad”, sin duda, porque lo invitó a subir.
“El amor no existe” me había dicho unos meses atrás, hoy, con una sonrisa, me dice que no hay nada mejor que hacer el amor con ella. Obvio, no está enamorado, simplemente le gusta el sexo… con ella.
“Un caballero no tiene memoria”, dijo antes de contarme los detalles de su encuentro.
Viejo, confesó, no sé qué me paso o qué entidad demoniaca se apoderó de ella, pero vino a mí como el fuego a la hierba seca.
Sentí sus manos acariciando todo mi cuerpo, puse mis labios en su boca y cuello. Respirar fue muy difícil, más cuando por fin disfrute de su cuerpo desnudo, perfecto.
Su pelo negro, su boca roja, sus enormes ojos marrones y sus pecas… todo su ser en una sinfonía. Quería que fuera casual, lo juro, pero no puedo vivir sin estar en ella.
La forma en cómo recorrió mi cuerpo desde mi cara hasta mi miembro fue fascinante, no sabía qué hacer, decía mi amigo entre sorbos largos de café.
Temblaba de placer, prosiguió, una mamada como ninguna. Con su boca alrededor de mi verga, sus manos en mis bolas y su lengua, ¡mamita querida!, su lengua rozando, bailando en mí.
La tomé por los brazos, la elevé sobre la mesa. Abrí sus piernas de par en par y me sumergí en ella, quería, como se debe, devolver el favor. Gemía sin parar, sin censura, de gusto y yo, dándome gusto. Se vino, lo mojó todo, fue hermoso.
Ahí mismo, en la mesa, le di vuelta, quería tomarla por detrás, quería que fuera mía por fin y la penetré sin parar, fuerte y suave a la vez. Ella se lamía las manos, los dedos y se apretaba las nalgas. Entré y salí de ella las veces que pude hasta terminar en su espalda.
Sonreímos.
La noche alcanzo a la tarde, lo hicimos de mil maneras. Jugamos, bebimos y nos bebimos.
Han pasado algunos meses. Nos vemos poco, dijo mi amigo, hablamos casi nunca, pero nos sabemos uno del otro, no hay amor y no lo habrá, pero estar en ella es el paraíso y para ella, tenerme, es vivir, confesó antes de tomar el metro una vez más.
Contenidos: Satisfacción Vs. Amor
En todas las relaciones de pareja muchas veces no tenemos claro con qué fin tenemos algunas de nuestras relaciones sexuales. En estos tiempos y si no hay matrimonio, pocas veces lo hacemos buscando un hijo.
Entonces, ¿sexo por amor o por satisfacción?
Hay algunas personas que creen que se puede tener solo sexo sin necesidad de sentir amor, y bueno… si eso pasa en pareja, tenemos problemas. Pero si nos limitamos solo a las relaciones en pareja, esto se hace un poco más complejo de entender.
Se debe tener sexo por ambas razones. No sería justo con las personas que no tienen pareja estable que se limite solo a tenerlo por amor. Somos seres biológicos y con necesidades.
Aprender que hombres y mujeres a veces buscan su satisfacción como motivos diferentes es importante. Los hombres a veces más físicos y las mujeres más emocionales hacen que esta diferencia sea más marcada. Aprender a tener un buen balance, genera una relación de pareja mucho mejor.
Tengamos entonces en cuenta siempre lo que nuestra pareja quiere, qué le gusta y cómo le gusta. La comunicación es básica al momento de iniciar una relación cuando no se conocen a fondo los gustos de la otra persona. Saber que no siempre estamos “haciendo el amor” sino que muchas veces lo que tenemos es un gran deseo por nuestra pareja.
Tener sexo solo por placer no es malo. Creer que siempre se hace el amor, tal vez confunda. Lo importante es estar claros siempre.
A disfrutar nuestra pareja y que con amor o con ganas, siempre sea el mejor.
Contenidos: Medimos el sexo....rtf
Está muy interesante lo de estos aplicativos fitsex, por favor mantengan en espera esta publicación hasta tener unos para vender en Colombia y en Perú.
Hace tiempo, se introdujeron en el mercado varias marcas de brazaletes-monitor como una alternativa válida para medir la actividad física en tiempo real, y para guardar registro de ella. En sus formatos de reloj-pulsera y su alternativa – aplicación descargable a smartphones, ambos son capaces de medir la actividad física que realizamos – además de registrar su progreso, contabilizar los alimentos consumidos vs. las calorías gastadas, el tiempo de descanso, la distancia recorrida diariamente a pie o corriendo. Un registro tan escrupuloso permite además al usuario permanecer motivado y fijar objetivos. Para pacientes cardíacos o diabéticos, el Fitbit ha logrado poner en números todas estas variables y hacer posible un cambio real.
Pero ¿qué sucedería si hubiese un equivalente a ellos para el sexo? Tal vez sirviese como una herramienta de entrenamiento.
Y bien, lo hay. No sabemos si calificarlo como juguete sexual (se parece a un cock ring y en parte funciona como uno) o como medidor de la actividad física. Ayuda a aumentar la sensación de placer durante el intercambio sexual, tanto como provee un reporte una vez terminado el encuentro. Entre los datos que almacena están la velocidad, la fuerza y la duración del acto sexual. Y, por supuesto – un estimado de las calorías consumidas.
El instrumento en cuestión mide la intensidad de movimiento para proveer un análisis estadístico de la performance sexual. Basado en ellas, provee a cada uno de los partenaires con instrucciones personalizadas acerca de cómo mejorar su vida sexual. Sabe qué le gusta a cada pareja y les provee tips para la satisfacción mutua.
Pero lo sabemos desde siempre: más datos no significa mejor vida sexual. Sin embargo, cualquier cosa que tenga el potencial de iniciar conversaciones e intercambios de ideas entre partenaires sexuales acerca de sus gustos y preferencias vale la pena probarse, dado que la comunicación en el sexo y acerca del sexo puede ser esencial.
Pero, por otra parte, existe el riesgo de medir el sexo y ponerlo bajo un microscopio, compararlo y acabar sintiéndonos miserables acerca de nosotros mismos y olvidar por qué estábamos teniendo sexo – buscando conexión y placer.
De acuerdo al Instituto Kinsey (http://www.kinseyinstitute.org/resources/FAQ.html#frequency) el 45% de las parejas estables reportan tener sexo unas pocas veces al mes: 34% dice tener sexo dos o tres veces por semana, mientras que el 7% lo hacen cuatro veces o más.
Pero esos son solamente estadísticas.
Cuando uno escribe «Con qué frecuencia debo tener…» en Google, las búsquedas sugeridas son «Con qué frecuencia debo tener relaciones» y «Con qué frecuencia debo tener relaciones con mi pareja». Y el problema está en ese «debo». Ese «debo» expresa las comparaciones interminables que hacemos entre nuestra vida sexual y la de los demás, y las expectativas (muchas veces poco realistas) que creamos basadas en esas comparaciones. Esas expectativas pueden crear conflictos.
Una forma de evitar «quedarse corto» y sentirse en deuda es no ponerse objetivos. De hecho, la sensación de satisfacción es más significativa que la frecuencia cuando hablamos de sexo.
Un buen objetivo cuando pensamos en la propia performance sexual es cambiar la pregunta de: «¿Cuántas veces debo hacerlo?», por «¿Me siento satisfecho?» – Siempre sabiendo que el deseo sexual cambia. Cambia con el tiempo, con la edad, con la etapa en que nos encontramos con nuestra pareja y con otros factores como el cansancio o el estrés.
